Me llamo isla de Galápagos, no sé nadar a pesar de mi condición flotante y la lentitud de las tortugas me pone nerviosa. En estado de sobriedad puedo arrancarte los pelos. Por lo general, soy toda una señorita.
Me llamo isla de Galápagos y vivo en el limbo azul de los confines boreales a 100 kilómetros de tu arrogancia.
Me llamo isla de Galápagos, si por casualidad llegás a mi, convido extravagancias, tierra caliente, brisa de cuatro direcciones y la maravillosa experiencia de sentirse solo. No, no significa paz.
Me llamo isla de Galápagos de mañanas tristes y noches alborotadas. Quisiera ser uno de los lobos marinos que me habitan.
Me llamo isla de Galápagos y me hubiera gustado llamarme Anémona, a ellas las besa el viento, a mi me azota.